Alemania vive a día de hoy tiempos políticos muy convulsos. El país ha tardado cerca de cuatro meses y medios en formar un gobierno, algo sin precedentes dentro del país. Los votantes del partido político SPD están en rebelión y puede que el gobierno de gran coalición resulte vetado en la próxima votación en el parlamento.
Martin Schulz, el que hasta ahora era el líder del partido, está a punto de abandonar la política y este mismo viernes anunció su retirada como Ministro de asuntos exteriores. Mientras tanto, las bases del partido Democrta Cristiano –el de Ángela Merkel– están criticando abiertamente a la canciller.
Con los dos grandes partidos debilitados que ahora forman la gran coalición, se habló de una nueva, y formada por dos partidos de extrema derecha.
Para muchos, el declive del gobierno y de Ángela Merkel, comenzó la semana del 4 al 6 de septiembre de 2015, donde tuvo que elegir si abrir las fronteras o cerrarlas frente a un gran grupo de refugiados que venían a pie desde Hungría. La decisión de dejarlas abiertas propició una gran pérdida de popularidad entre los alemanes.
La cuestión de la inmigración por parte de los refugiados que vienen de Oriente Medio, está propiciando que los partidos extremistas en contra de las políticas integración.
Fue aquí cuando el partido de extrema derecha y sus políticas, el AFD alcanzó su mayor cuota de popularidad, que hasta el momento sigue manteniendo y subiendo. Aunque el partido ya llevaba desde 2014 en el parlamento.
La ruptura de la gran coalición alemana no conviene a ningún país dentro de la Unión Europea, sobre todo por los tiempos de semejante incertidumbre que estamos viviendo en estas fechas. La cuestión de los refugiados y las políticas económicas son un claro ejemplo de ello, y se necesita a una Alemania fuerte y sin fisuras, que siga marcando la línea de la Unión.